C´est le noir.... [Libre/Que pasen todos los que quieran :3]

Dinero…fácil…dinero…dinero…

Se acabó, toda aquella fortuna almacenada durante tantos años llegaba a su fin, y con ello a la buena vida de Kaito, debía sacarse el mismo las castañas del fuego, ser quien llevase el volante de su vida.

A penas un par de semanas, comenzó la búsqueda del que sería su próximo empleo, pero por desgracia, tras cuatro días de ir de burger en burger, de cafetería en cafetería, con un no detrás de otro, solo pudo ir al único lugar en el que encontraría un trabajo seguro, de lo que fuese.

Esa era la primera vez que iba a vivir en sus propias carnes la vida en los barrios sucios, aquellos que tanto tiempo había acostumbrado a esquivar. De hecho, poco tardó en encontrar un trabajo en un club de striptease , para en un principio trabajar como camarero, sirviendo cócteles. La primera noche la pasó mirando embobado a los chicos que bailaban en la barra, y como en dos minutos de jugueteo y movimiento de caderas se llevaban lo que el se iba a llevar en dos semanas.

No dudó, el mismo fue a ofrecerse, y de echo que Kaito tenía un semblante de chico hermoso y delicado, pero eso si, mayor de edad, lo dejaron bailar de prueba con otro chica de cabellos rubios. Trajes de cuero… cuernos de plástico… todo corto he insuante, comenzaba a arrepentirse de todo aquello, quizás lo mejor era olvidar aquello de bailar. Aunque esta noche no, no puede dejar al jefe tirado, y por mucho que le cueste ha de bailar para una multitud bebida y lujuriosa, con manos largas y ganas de “divertirse”.

Sale a las barras con la chica y la música comienza a sonar. La mejor idea que se le pasa por la cabeza es cerrar los ojos y bailar, olvidándose de todo, quizás pensar en aquellas personas en las que tanto confiaba y quería era suficiente como para que el mal trago pasase rápido. Pero, poco a poco las enfermizas notas de la música se van apoderando de el, haciéndole sentir algo mejor, incluso llegando a rozar la “diversión.

Ahora tenía otra vez algo con lo que vivir, un empleo ligero y con buena paga, y horas y horas de extraña, pero cierta diversión.


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Spoiler:

Spoiler:

Había llegado a aquel lugar sinónimo de pecado y lujuria... veía a todos con desprecio y alejaba a cuanto pervertido se acercara a él con tan solo una mirada o en caso de ser insistente con un buen golpe en los bajos, odiaba aquella clase de ambiente, dejarse llevar por los instintos más bajos.... era simplemente asqueroso... finalmente después de recorrer el lugar al menos dos veces llegó a la conclusión de que no podía encontrar a Shin, se imaginaba que quizá estaría en aquel lugar, después de todo había dicho que abriría un tuburio, que no? suspiró pesadamente, no sabía si debía esperarlo.. o si lo mejor era largarse en ese preciso instante, al escuchar un poco de alboroto en una de las pistas se acercó a ver quien se encontraba arriba eran un chico y una chica... al inicio el chico se veía torpe, aunque conforme la canción avanzaba parecía verse más desenvuelto, no se imaginaba a si mismo haciendo lo mismo que el chico sobre el escenario y eso que parecían tener una edad no muy distante.

-que asco....

Susurró débilmente, aunque en realidad el chico frente a él no le causaba ese sentimiento, sino todos los hombres que desesperadamente luchaban contra sus instintos para no lanzarse sobre la chica y el joven para tocarlos y devorarlos con sus horribles bocas, casi les podía ver como sucios animales... aunque, no había porque insultar a los animales, ellos no tenían culpa de nada.

[Danny, tienes que firmar las reglas de ésta zona o si no borraré tu post, xfa chécalas.]


El trabajo... ahh.. qué CHINGÓN se sentía ser dueño del Streaptease Club y del Bar (o Cantina, como quieran llamarle). Así de simple. Era el dueño, y si no le gustaba algo lo mandaba a arreglar, cambiar o eliminar, fuera el caso.

Pocos habían querido entrar como bailarines pero en fin, era una perfecta ocasión para revisar qué tan bien o qué tan mal lo hacían. Estaba inspeccionando cada cosa que sucedía en su negocio, desde los tragos que se daban, la seguridad (muy importante), los invitados, porque oh, para éste club, uno tenía que tener ciertas características y en esto se había vuelto demasiado exigente.

Pero en fin, siguiendo con su trabajo como dueño del establecimiento, determinó que Kaito, su recien contratado bailarín no lo hacía tan mal, quizá necesitaba práctica, sí, pero nada que no pudiese mejorar. Y ésto era totalmente de esperarse, pues aún era un menor y por lo que sabía (vagamente), no tenía una vida muy fácil que digamos.. pero eso para otro rato.

Un tanto cerca de donde se encontraba divisó la silueta de alguien que bueno, era inevitable no poder distinguir. Era la silueta de su amado, de su pequeño niño. Arqueó una ceja mientras daba unos pasos acercándosele. ¿Qué había pasado con su seguridad? Él no debería de estar allí, no era seguro para él... Entonces escuchó su comentario, y no pudo evitar sentirse algo ofendido, sobretodo porque se había esforzado en crear toda la atmósfera, todo era producto de su esfuerzo. -No deberías de decir eso, Miru. -haciendo una entrada sigilosa, y colocándose detrás de él, fue como lo descubrió.

Entrecerró los ojos, observándole por completo. Era considerablemente más bajito, más delgado y parecía no haber cambiado en lo absoluto, no físicamente. Y justo cuando se dedicaba a observarle fue que le escuchó por segunda vez... esas palabras... esas palabras suyas no cargaban más que su ser despectivo.

Sin poder evirtarlo, ese sentimiento de furia aunado con molestia se empezó a hacer de sí, pero sólo porque era Miru, y nada más él, fue que se pudo controlar lo más que pudo. Ah! pero entonces escucha esa pregunta, porque eso era ¿cierto¿ Ese maldito "te gustaría verme así" sonó más a pregunta que a nada, pero he aquí donde el sentimiento y lo que uno percibe nos cambian la jugada pues toda esa amabilidad del anfitrión se extinguió y dió paso a un tipo serio, uno que no siente nada por nadie. Ese chico que pensaba se había muerto, aún estaba vivo y tan sólo por unas palabras, fue como despertó: -No deberías de estar aquí. -se guardó el comentario restante, esa seriedad, lo seco, incluso lo cortante que había sido con el menor, quizá sería suficiente para que hiciera caso y se marchara de allí.

-Tú no perteneces a éste lugar. Es mejor que te vayas. -finalizó, mientras se iba alejando, rumbo hacia la barra, justamente en una esquina, donde nadie podía divisar y comprender su frustración, su enojo, su maldita impotencia de no poder golpear al menor, por el simple hecho de despreciar todo, absolutamente todo, lo que había logrado.