una ruidsa calle (libre)

Invitado

era extraño, al parecer si había vuelto mi costumbre caminar por las calles sin dirección alguna, como si me dejara guiar por el viento, mis pasos solo cambiaban de dirección en el momento que me encontraba con una calle sin salida, solo me devolvía y probaba otra nueva ruta, mirando cada paso que daba concentrado en ir derecho, sin prisas, solo siendo movido por el calmado viento que quedaba luego de la tormenta, esquivando a los transeúntes que con sus prisas, no se daban el lujo de detenerse a escuchar el sonidos de las suelas contra la acera; yo por otro lado los escuchaba, escuchaba como los tacones de las hermosas damas golpeaban contra el asfalto, el como los carros pasaban por los huecos de la carretera y llenaban a la gente cercana del barro del agua que aún quedaba de la lluvia del día anterior, el sonido de los claxon de los autos que se aceleraban en la carretera, escuchaba el sonido de la cuidad en su agitado día.

sentía como el aire se colaba entre mi ropa y daba nuevo aire a mi piel, me detenía a percibir aquellas sensaciones que unidas a los pensamientos que envolvían mi cabeza me trasladaban a un mundo lejano, al mundo donde ciertamente vivía mi alma, pero en el que pocas veces lograba entrar. mis labios se movían tarareando, solo se podía percibir el movimiento de ellos ya que de mi boca no salia tono alguno, era una canción que repetía en mi cabeza; tal vez para darme animo, o tal vez para convencerme de que aquello era verdad.

ahora entiendo...cuando un día, le tire piedras al sol
entre el humo gris de la neblina...tu me hacías el amor
sin amor, nada es posible...sin amor nada vendrá
sin amor, no somos libres
como un pez, sin amar.
sin amor
sin amar...

esta canción se repetían en mis labios, y zumbaba con fuerza en mis oídos al ritmo de mis pasos, aquellas palabras me acompañaban al mundo donde mi alma vivía, donde reposaba esperando a ser movida por otra igual.

Invitado

Estaba sentado en la calle sobre unos pequeños escalones afuera de una pastelería, recién había comprado un pequeño pan relleno de chocolate y me entretenía mirando a todas las personas que pasaban mientras comía con tranquilidad y gusto el postre, algunas de ellas se me quedaban viendo con cara de extrañeza, probablemente se estarían preguntando ¿Qué hacia un chico sentando comiendo un pan y mirando a la gente como idiota? claro a muchos podría parecerles raro e incluso tonto, pero para mí resultaba ser algo fascinante, al observar a todas esas personas sumidas en sus propios pensamientos todas con historias diferentes pero de alguna forma iguales, unidas entre si sin ni siquiera saberlo, sí, no era algo común que un chico de mi edad pensara en eso y mucho menos aun que se fijara en todo lo que sucedía a su alrededor, pero claro mi vida nunca había sido “común” así que disfrutaba de esos pequeños placeres de la vida, disfrutar una tarde comiendo algo dulce sin tener por lo menos durante un pequeño instante ninguna preocupación.

Continué con mi entretenido “análisis” de la gente que caminaba hasta que mi vista se posó en un chico de cabellos rubios, que caminaba con muchísima clama al parecer sin inquietudes y sin aquel ritmo ajetreado que la mayoría de la gente tenía, iba tarareando una canción y aunque no podía escucharlo si logré leer sus labios a la perfección, algo más que había aprendido a hacer debido a mi anterior empleo, lo seguí con la mirada preguntándome porque él iba con tal tranquilidad y porque cantaba una letra como esa, el aire sopló desordenando mis cabellos y elevó la bonita envoltura de papel que cubría mi panecillo –Demonios- murmuré poniéndome de pie para intentar recuperarla pero esta se posó sobre el rostro del chico al cual habia estado mirando cubriendo su vista ligeramente, me acerqué rápidamente colocandome frente a él para apartar el papel de su rostro –Perdona no era mi intención- me disculpé haciendo una pequeña reverencia apesar de las quejas de algunas personas por interponerme en su camino.

Invitado

Mi mente se encontraba inmersa en el delirio que se volvía el mundo de mi alma, estaba concentrado en esas mariposas de fugaz vida que eran mis ideas y los deseos que nacían de ellas; mis pasos siguieron por la acera, caminaba pausado, dejando que mis pies fueran uno tras del otro en mi derecho marchar siguiendo el camino del errante.
En un momento vi mi marcha frustrada al notar como el viento traía a mi una bella envoltura que intentaba obstaculizar mis ojos con su cuerpo; la tome en mi mano antes de que lograra tocar mi rostro, la deje a la altura de mi vista y reí al percibir su olor a chocolate.

aah? como dices?

Le pregunte a aquel chico que se había acercado a mi, tan formal y educado haciendo una reverencia y pidiendo disculpa por algo que ciertamente se veía como un mero accidente. Sonreí y estire mi mano hacia la de el entregando aquella juguetona envoltura que había unido nuestros caminos en uno.

Descuida...no es necesario las disculpas, entiendo, estabas concentrado en tu pastelillo que la envoltura se sintió aburrida en tus manos y voló a mi rostro...pero ten mas cuidado, pude que la próxima vez caiga en una cara soberbia y sea descortés contigo

El tono de mi voz era amable, mi rostro aun tenia dibujada en ella un gesto gentil, y agradable; como si no me hubiera importado en lo mas mínimo aquel accidente con el que habías entorpecido mi caminar.

Invitado

Una suave risa junto con la sonrisa del chico me dejó sorprendido, no parecía molesto o algo por el estilo, tomé con cuidado la envoltura que me fue devuelta con amabilidad sin dejar de mirar al joven frente a mí al tiempo que lo escuchaba y me sorprendía aun más, esa forma de hablar de hablar tan educada y calma no la tenía cualquier persona, miré la envoltura en un gesto algo tierno como si por dentro me preguntara si en realidad aquel pedazo de papel estuviera aburrido, negué con la cabeza riendo un poco y cubrí parte de mi panecillo con la envoltura nuevamente, alegrándome de que no hubiera caído al suelo húmedo.

Regresé la mirada al chico y asentí con la cabeza, era cierto por fortuna había ido a parar con una persona amable y no con una de las tantas que estaban a nuestro alrededor mirándonos con molestia, apresuradas y amargadas, le sonreí levemente –Muchas gracias- mencioné finalmente, él se veía amable y buena persona y de momento mi intuición no me alertaba de nada excepto quizá su modo de hablar tan especial, cosa que no me molestaba.

Tomé su muñeca suavemente para poder orillarnos un poco de modo en que no estuviéramos parados a mitad de la acera molestando a los demás, aunque después me regañé un poco mentalmente, quizá el chico quería seguir su caminata y yo se lo estaba impidiendo -Disculpa de nuevo mi nombre es Shinn Asuka- me presenté y extendí una mano para estrechar la de él –Si no te molesta podrías decirme ¿Por qué cantabas esa canción con tanto… sentimiento?- pregunté de pronto, no sabía si había sido la palabra adecuada y mucho menos aun la forma de acercarse a alguien y preguntarle cosas pero estaba seguro de que mi intención no era parecer entrometido.

Invitado

Era común que diera mis largas caminatas en la compañía de mi soledad, aquella dama que solo existía en mi cabeza y para el deleite de mis inseguridades, escondía mis fantasmas dándole vida siempre en aquellos momentos donde mi cabeza tenia toda la atención para ella, la hermosa dama no era la mejor compañía, pero si la mas cumplida, así que debía admitir que aquella interrupción había surgido oportuna como el rocío para el sediento, tal vez por eso era que en mi rostro no hubo enojo por el inesperado suceso y si la respuesta que los presurosos no hubieran dado.

Observaba con detalle y disimulo aquellas expresiones de tu rostro; tu sonrisa, la expresión de ternura, hasta el agradecimiento que surgía por no haber perdido aquella envoltura, pero ciertamente lo que mas me llamo la atención y me lleno de gracia fue el modo en el que me mirabas, lo hacías como si desearas a través de mis ojos encontrar las respuestas a tus dudas e inquietudes; no hice referencia a aquella mirada, no deseaba que te incomodaras por ello, tampoco lo hice por el agradecimiento, mi rostro solo se dejo ver con aquella expresión suave y gentil que se dibujaba en mi rostro, expresión fugaz que se encontró con la sorpresa, causal del modo en que tomaste de mi muñeca y me jalabas hacia un lugar menos concurrido por los hombres de caminar mecánico. reí ante la momentánea sensación de niño pequeño que sentí al ser jalado por ti, pero no pude disimular la carcajada al notar como te regañabas por ello.

-Jajajaja rápido movimiento, de seguro los "apresurados" te lo agradecerán...-

Exclame con cierto dejo de burla mientras extendía mi mano hacia la tuya, la estreche cordialmente y sonreí nuevamente a tu educada presentación.

-Mi nombre es minami haruka, es un placer conocerte shinn asuka-chan, y gracias por el jalón creo que estaban a punto de balancear sus carteras sobre nosotros, si no nos retirábamos-

Reí un poco por el comentario y luego de unos instantes una leve incomodidad surgió por culpa de aquella pregunta.

-Jajaja supongo todos cantamos con algún sentimiento de por medio, no ahí una explicación mas profunda en ese suceso asuka-chan-

Suspire, y te observe a los ojos, intentaba no seguir con aquella conversación innecesaria a mis ojos, o tal vez no lo era, pero no era algo que para mi fuera grato de contar así que solo se podía cambiar de tema, o eso era lo que pensaba en el momento.

Invitado

Me apené un poco la risa del otro, aunque no lo suficiente como para que se notara en mi rostro, actuaba impulsivo e infantil muchas veces y eso no me agradaba mucho a pesar de que sentía y podía ver que la risa del chico no era malintencionada, sonreí al ver correspondido mi saludo mientras como siempre hacia en mi mente repetí su nombre para así no olvidarlo, aunque sinceramente no creía que llegara a olvidarlo, mi memoria por lo general era buena, sin ella muchos problemas podrían ser ocasionados.

Después de mi pregunta noté de inmediato la incomodidad que le causo, lo sabía, no había sido buena idea cuestionar algo como eso, quizá a cualquier persona le parecería trivial pero a mi parecer y debido a la letra de la canción estaba casi seguro de que era algo personal y claro como es de esperarse nadie le cuenta su vida privada a un completo desconocido e incluso para algunos incluyéndome era difícil hablar sobre eso con personas ya conocidas, eran cosas de las que a veces solo podías hablar contigo mismo pues si el recuerdo, el problema o lo que sea te causa gran felicidad puedes actuar de forma ególatra y reservarte esa inmensa dicha, o lo contrario, si demasiado fuerte o doloroso simplemente tratas de pretender que no está, que no lo recuerdas aunque en fondo sabes que seguirá ahí.

Asentí con la cabeza a su respuesta, no iba a exigirle saber más además que su respuesta era ciertamente acertada, estaba más que claro que el no quería hablar al respecto, lo decía la expresión en su rostro aunque este aun se mostrara calmo y gentil así que lo mejor era no insistir, le sonreí con ternura –Por favor no es necesaria tanta formalidad puedes hablarme por mi nombre- dije –Permíteme remendar mi error ¿Te parece si te invito o un café o un panecillo?- sugerí aun sonriendo cuando de nuevo caí en la cuenta de que el otro podría tener mejores cosas que hacer -Claro si tienes tiempo y si gustas- agregué tratando de no sonar mal o infantill aunque sobre esta ultima actitud dudaba.

Invitado

Agradecí tu gesto de prudencia, si bien te mostrabas un tanto impulsivo, también demostrabas ser perceptivo a la incomodidad de otros, olvidando el tema y concediéndome un espacio mas que prudente para que aquella leve molestia que había surgido se fuera del mismo fugaz modo en el que había llegado; decidí no darle importancia y olvidar aquella imprudente pregunta.
Debía admitir que tu comportamiento se tornaba llamativo a mi percepción; el como demostrabas tus impulsivos deseos, o tus tiernas reacciones en los intentos de intimar conmigo, con un desconocido, te hacían brillar con una luz interesante y divertida, tanto que olvide por un segundo mi paseo pensando en aceptar aquella invitación que me hacías.

-jajajaj es mejor que te siga llamando asuka, es un hermoso apellido, de seguro no lo podre olvidar...te parece bien?-

Sugerí aquello, ya que me pareció el mejor modo de llamarlo, de seguro no se me haría difícil recordar aquel nombre ya que parecía hermoso y llamativo al igual que el joven al que acababa de conocer.

-aceptare la invitación, estaría bien si tomo una taza de café en tu compañía, aunque me temo tengo una condición, debes prestarle mas atención a tu envoltura, no sea que a falta de distancia quiera caer en otro lugar de mi cuerpo...-

Reí un tanto burlón mientras observaba como te enredabas entre tus palabras, como queriendo sonar un poco mas maduro, un poco menos impertinente, como no queriendo ser una molestia "aah que niño mas tierno" fue lo que pude pensar al notar sus intentos, convencido de que aquella intención con la que te acercabas era lo que te hacia tan llamativo.

Invitado

-Claro no me molesta- respondí más tranquilo al ver que se encontraba ya más cómodo con la situación, lo cual de cierta manera me alegró pues nunca me había gustado meterme en asuntos que no eran los míos, exceptuando quizá cosas del trabajo pero esas eran situaciones muy muy diferentes.

Callé esperando esa condición, con un poco de duda al principio temiendo haberlo molestado más de lo creía e incluso teniendo un poco de desconfianza de él, después de todo era un extraño, pero me relajé de inmediato él no me había dado motivos para sentir desconfianza y no me parecía mala persona así que lo dejé pasar olvidándome de eso y le sonreí, no podía estar siempre desconfiando de todo mundo solo por un entrenamiento y por lo sucedido en el pasado ¿verdad? de hacerlo seria una vida bastante amarga.

Me quedé mirándolo un poco confundido cuando explicó la condición y tras un par de segundos evité que un sonrojo se mostrara en mi rostro y lo miré enarcando una de mis cejas en gesto de tierna diversión –Pues no creo poder detenerla de seguro le agradas mucho- bromeé y llevé a mi boca el ultimo pedacito de pan de chocolate –Pero si insistes trataré de cuidarla- agregué tras terminar de comer ya que no iba a ser agradable hablar con la boca llena y con delicadeza guardé el papelito en el bolsillo de mi pantalón, no era correcto tirarlo por la calle además de que estaba lindo y podría ser buena idea reutilizarlo para algo –Listo- dije y lentamente comencé a caminar hacia una de mis cafeterías favoritas esperando claro que Minami me siguiera.

Invitado

Se me hacia curioso el modo en que fijabas tu mirada en la mía, esa evidente desconfianza que se veía traslapada por el deseo de confiar en alguien y la amable decisión de poner esa confianza en mi, de alguna manera nutria un sentimiento de alivio en mi interior.
Reí al notar el gesto de tus cejas luego de asimilar aquello que decía, tu respuesta inocente y al mismo tiempo ingeniosa resultaron ser un buen estimulo para que un rostro un poco mas relajado y voluble se mostrara en mi dejando de lado esa siempre fingida amabilidad con la que trataba a todos los que me eran indiferentes.

-are, are. una vez se tiene una escusa siempre es culpa de otro...asuka-chan que malo, dándole culpas a una entidad inerte.-

Exclame suave mientras tomaba del marco de mis anteojos y los retiraba de mis rostro para guardarlos en el bolsillo del interior de mi saco, al elevar mi mirada me encontré con tu boca llena de ese ultimo pasito de panecillo y sin poder contener la risa una carcajada burlona y picaresca salio de mis fauces al tiempo que asentía una vez con mi cabeza; guarde mis manos en los bolsillos de mi pantalón dispuesto a seguir tus pasos hacía donde quisieras llevarme, elevando mi mirada notando el horizonte deseando nunca convertirme en un ser presuroso como aquellos seres de caminar mecánico que se afilaban a nuestro alrededor.

Invitado

Me limité a sonreírle mientras caminábamos, notando también que su expresión se veía diferente, algo más ¿Natural? no, esa no era la palabra, había algo no sabía muy bien pero era diferente quizá no a simple vista pero si después de un momento de mirar con atención, bueno el punto era que había algo y ese algo era bastante agradable.

Esperé que el otro guardara sus anteojos lo cual me permitió observar mejor sus ojos, una sonrisa se formó en mis labios eran unos ojos muy llamativos sin duda y no solo por el color si no también por lo que parecía haber detrás de ellos y que me era inalcanzable, aparté mirada y ambos continuamos nuestro andar, tranquilos y en silencio durante unos momentos, sumidos cada quien es sus pensamientos, miré de reojo a mi compañero sin poderlo evitar, él miraba el horizonte con gesto tranquilo pero pensativo, negué con mi cabeza ¿Qué eran esas miraditas? no era como si yo estuviera haciendo algo malo o como si fuera un ladrón para mirarlo así, reí un poco por mi pensamiento y suspiré.

-Minami ¿Cuántos años tienes?- pregunté inocentemente para poder entablar una conversación mientras guiaba al joven por un camino menos concurrido, si mal no recordaba la cafetería estaba ya cerca.

Invitado

mis ojos parecían mirar derecho, como si mi consciencia solo tuviera en mente aquello que se miraba a lo lejos, aquel horizonte que se veía tan cercano pero era a su vez tan distante; ciertamente no era lo único que mis ojos notaban; no solo miraban aquel lugar lejano, también te observaban, lo hacían con prudencia, con el disimulo del espía que se esconde siempre asechando; reía a mis adentros imitando al que ignora los sucesos a su alrededor; pensaba en decirte algo cuando dejaba por segundos que mi deseo ganara a mi prudencia, pero respiraba hondo y guardaba silencio disfrutando de mi "espectáculo" personal.

-aahhh!!-

musite con calma, bostezaba perezoso, me sentía un poco cansado y somnoliento; tal vez por culpa del lugar donde había dormido, la silla de un parque no era el mejor lugar para descansar y ahora la flojera dominaba cierta parte de mis acciones. tape mi boca mientras dejaba salir la expresión, vire mis ojos hacia ti y te observe de reojo escuchando atento a la pregunta que hacías, luego de un momento volví a esconder mi mano en el bolsillo al tiempo que respondía a tu pregunta

-supongo tengo 22-

asegure con un poco de duda, ya que entre tanto enredo había olvidado cual era la edad que aparentaba.

Invitado

Aguanté con una sonrisa el bostezo que quería salir de mi boca cuando el otro hizo ese gesto y no era que estuviera cansado o algo así, era simplemente que muchas veces los bostezos eran algo contagiosos, mejor decidí estírame un poco alargando mis manos como si quisiera alcanzar el lejano cielo en el que paseaban despreocupadas nubes de todas formas y tamaños ajenas a todo lo que pasaba bajo ellas.

Miré a mi compañero sin poder ocultar cierto toqué de sorpresa en mis ojos ante la respuesta recibida -¿Supones?- cuestioné pues me parecía algo extraño que una persona no conociera a ciencia cierta su edad, después de todo esa era una de las cosas más seguras que sabíamos ¿No? o por lo menos eso era lo que yo tenía entendido.

Dejé de posar mis ojos en Minami para fijarme por donde caminábamos, pasamos por un par calles más alejándonos de la avenida principal hasta llegar a un lugar algo escondido, estaba en lo correcto la cafetería se encontraba a unos cuantos pasos, un hermoso y elegante letrero mostraba el nombre del establecimiento y en cuanto abrí la puerta para poder ingresar un sutil aroma a café, chocolate y canela nos recibió con amabilidad y tranquilidad como si el lugar nos conociera de toda la vida y se alegrara por nuestra visita, cerré los ojos disfrutando de ese aroma suave pero no empalagoso para después recorrer con la mirada el interior del lugar buscando, entre las sillas, mesas y pequeños sillones que se encontraban dispuestos para la comodidad del cliente, un lugar para poder situarnos y platicar tranquilos, afortunadamente no era un sitio muy conocido a pesar de lo agradable y bueno que era así que no había mucha gente –Mmm. ¿Qué te parece ahí?- mencioné señalando una de las mesitas algo alejada de la entrada principal.

Mi vista se posó de pronto en una persona, saludé con la mano a un señor con algunos años ya sobre su espalda, él me sonrió encantado y me hizo un gesto para que me acercara miré a Minami con una radiante sonrisa y un brillo algo tierno en los ojos –Discúlpame un momento si gustas ir sentándote ahí o en donde tu gustes te alcanzare enseguida- dije y me encaminé hacia el hombre sin poder borrar aquella sonrisa completamente sincera de mi rostro, eran pocas y contadas las veces en que me permitía sonrerir tan sincera y abiertamente.

Invitado

mi mano se volvió a esconder entre los bolsillos de mi pantalón, mis ojos aun seguían fijos en ti, y mi memoria dispuesta a recordar cada paso que habíamos dado.el caminar a tu lado había producido cierto alivio que agradecía, y el tono de tu voz parecía fundirse con el ruido lejano de la avenida.

-si supongo...la edad es algo que se va olvidando a medida que se va viviendo...por que al final lo importante no es cuanto has vivido, si no lo que te falta por vivir...-

exprese mientras detallaba la fachada del café que se presentaba ante nosotros, un hermoso y sencillo letrero, una puerta de madera tallada, ventanas limpias y el viejo buque del café, la canela y el chocolate; que viaja distante del lugar donde se había producido, suspire y llene mis pulmones del aroma.
luego de unos intantes mis pies ya estaban dentro del lugar, era cálido y reservado, con un ambiente en el que cualquiera podría relajarse con facilidad y música de fondo, era jazz instrumental que se tornaba uno con la fachada bohemia del lugar.

-donde prefieras...-

exclame suave mientras notaba la presencia del viejo hombre al tempo que te observaba, y valla sorpresa la que me había llevado, que cara mas hermosa había presenciado de ti, así que esa era la expresión que tenias al reencuentro con un viejo conocido?...sonreí pensando en el nuevo hallazgo con el que me había topado, por un segundo tu sonrisa se había vuelto el marco de mis pensamientos, sintiendo gusto por haberla visto y al tiempo con un poco de envidia.
me senté en el lugar el cual me habías señalado, me había cruzado una pierna sobre la otra y aun sin sacar mis manos de los bolsillos, cerré mis ojos esperando por tu llegada o por la persona que me atendiera.

Invitado

Una vez frente al hombre le extendí mi mano en un saludo cordial, él miró mi mano enarcando una ceja para enseguida soltar una alegre carcajada y rodearme con sus brazos en un fuerte y cálido abrazo que por poco me deja sin respiración aunque no por eso mi sonrisa se borro de mi rostro, no, era más bien todo lo contrario, como si aquel recuento quizá para algunos insignificante y de poco interés fuera para mi parte incomparable de mi vida.

El señor y yo platicamos animadamente por algunos, hubo un momento durante la conversación en donde mi mirada y mi sonrisa se volvieron tristes y apagadas mientras que me limitaba a asentir levemente, normal mi actitud después de todo siempre me ponía así cuando se trataba del pasado, el viejo con una sonrisa sabia de su edad puso una mano en mi hombro y después me susurró algo al oído que provocó que un sonrojo cubriera mis mejillas y que de nuevo el ánimo regresara a mi negué efusivamente con la cabeza y también con las manos, él solo volvió a reír y me dio un empujoncito para que me fuera a sentar diciendo que enseguida nos atenderían.

Me senté frente a Minami en silencio mirando su rostro que se mantenía con los ojos cerrados, analizando cada una de sus facciones para después sonreír levemente, no estaba seguro de si había notado mi presencia o no, pero aun así se veía despreocupado y tranquilo por lo cual no quise molestarlo y me limité a observarlo mientras escuchaba la música de fondo, volteando de vez para mirar nuestro alrededor sin embargo una joven mesera no tardo mucho en acercarse para dejarnos un par de cartas, rompiendo así un poco el momento de tranquilidad que disfrutaba –Gracias- mencioné cortésmente a la vez que la chica se retiraba para dejarnos tiempo de decidir.

Invitado

sentía cada paso que te acercaba al sitio en que me encontraba, el ruido de las tasas al deslizarse por las mesas de madera, el ruido del toca disco y de fondo los tonos fuertes y precisos del jazz; mis ojos permanecieron cerrados aunque sabia que estabas ahí, solo quería que los aromas penetraran, que el ruido se fundiera y que mis ojos se acostumbraran a la tenue luz de la cafetería, no se si solo fue mi impresión, pero por unos segundos sentí como si me hubieras observado con detalle, en ese momento mis ojos se abrieron y cualquier duda que quisiera despejar tuvo que esperar al notar la presencia de la joven.

gracias...pero podrias traer para mi un cenizero?

exclame amable mientras en mis labios se dibujaba una gentil sonrisa; te observe esperando a que eligieras, yo ya tenia en mente lo que deseaba, quería un café cargado con ese mismo aroma fuerte y penetrante que salia de la maquina expresess

tu amigo ah hecho de este lugar un buen sitio de descanso...

agregue mientras sacaba una de mis manos acompañada de una cajetilla de cigarrillos.

espero no te moleste?

pregunte al tiempo que deslizaba uno de los cigarros sobre mis labios y lo dejaba ahí sin encender esperando por la joven y por tu aprobación.

Invitado

Me sorprendí un poco cuando el joven frente a mi abrió los ojos ¿Se había dado cuenta que lo miraba? si, quizá la respuesta era que si, sin embargo no tuve la oportunidad para disculparme.

La joven asintió con la cabeza ante la petición y retiro por algunos momentos para enseguida regresar con el cenicero y también para tomar nuestra orden, la mire amablemente y pedí una infusión al estilo chai de frambuesa y un pedazo de pastel de queso con zarzamoras.

Mis ojos regresaron a los Miami –Si, lleva ya varios años con este lugar, y es bastante apacible, perfecto- dije y sonreí ligeramente y con un deje de nostalgia -él… es alguien muy importante para mí- mencioné como distraído pero enseguida recobre mi actitud normal, mientras la música cambiaba a un jazz algo más lento y suave, una sutil mezcla entre romaticismo y nostalgia que era sumamente fascinante y agradable a los oidos.

Observé el cigarrillo en sus labios y negué con la cabeza –En lo absoluto, adelante- dije cortésmente esperando que lo encendiera y que pidiera lo que iba a tomar -Y bien Minami ¿Por qué no me cuentas algo sobre ti?- dice sonriendo sin la intención de molestarlo o de entrometerme en sus asuntos personales era simplemente para abrir un poco la conversación entre ambos.

Invitado

agradecí con una sonrisa el que me permitieras fumar, saque de mi bolsillo un encendedor plateado y encendiendo una pequeña llama que la punta del cigarro al tiempo que inspiraba prendiendo de el, suspire y deje que el humo saliera lentamente de mis pulmones para volver a inspirar de el pero esta vez manteniendo la sustancia en el interior de mis pulmones por unos minutos.

gracias...

exclame al notar el cenicero sobre la mesa, mire por unos segundos a los ojos de la joven y con una sonrisa coqueta le pedí un café bien cargado, sin azúcar y con dos pedasitos de canela seca al lado, esta asintió a nuestra petición mientras sus mejillas se coloreaban de un hermoso tono rosa, y luego de una reverencia se volvió a retirar; mis pulmones suspiraron aquel nocivo humo de mis pulmones.

que quieres que te diga umm?

pregunte volviendo mi mirada hacia la tuya, un tanto curioso por saber por que aquella persona era tan especial, por que te hacia sonreír y entristecer con tanta facilidad.

Invitado

Observé como el otro fumaba, sumamente tranquilo y delicado, al parecer disfrutando completamente del sabor del su cigarrillo, para enseguida mirar a la joven que como toda una quinceañera se había sonrojado por la sonrisa de mi acompañante a lo cual reí discretamente, esta estaba resultado ser una tarde bastante interesante.

Centré mi atención de nuevo frente a mí notando en los ojos de Minami un ligero toque de curiosidad hacia mi persona aunque no estaba muy seguro de la razón, le devolví la mirada tranquila y suave mientras lo escuchaba y pensaba la respuesta.

-Pues todo- dije finalmente –Bueno, todo lo que tú quieras contarme, no todos los días veo a alguien como tú caminar por las ajetreadas calles, con tal tranquilidad y aparentemente despreocupado, hay algo en ti que me parece diferente- hice una ligera pausa para mirarlo atentamente y después sonreírle - Pero podrías empezar por decirme a qué te dedicas o que hacías o que te llevo a caminar por un rato- sugerí despues de todo no queria que pensara que era un loco o algo asi por haberme fijado a detalle en él.

Invitado

reí, te enredabas en tus propias escusas y aun así me mirabas con aquella tranquilidad que al verse tan bien con tu rostro no podría parecer como fingida, mi dedo indice y medio tomaron entre ellos la colilla del cigarro, lo alejaron por unos momentos mientras yo pensaba las respuestas de aquella descarga de curiosidad que habías dado.

jajaj bueno, creo que lo único diferente entre ellos y yo es que me da pereza su afán, así que deberás culpar a mi incapacidad de caminar rápido el hecho ser peculiar. y a que me dedico? supongo que a vivir sin afanes...y tu? asuka-kun...por que encontraste curioso a alguien que no sabe caminar con rapidez?

creí un poco imprudente el preguntar en que te desempeñabas, ademas de estar de mas el que supiera eso, por otro lado tu figura y la edad que aparentabas sugería que estuvieras en etapa de educación, o para mi, que me encontraba constantemente rodeado por niños, era de ese modo. sonreí esperando tu respuesta; ahora mientras apagaba el cigarro contra el cenicero la joven mucama se acerco y dejo en la mesa el pedido que habíamos ordenado, lo dejo con cuidado, si hacer mucho estorbo a nuestra conversación y luego de una reverencia se perdió entre bambalinas.

Invitado

Me sorprendió un poco oír la risa de Minami pero no me molesto ni en lo más mínimo, aun así me regañé un poco mentalmente por tal desborde de palabras que había dado, era impulsivo, bastante a decir verdad, resoplé con un aire algo infantil y después decidí dejar de preocuparme por personalidad total había muchas otras cosas que hacer.

Lo escuché con interés, de nuevo su voz y sus palabras estaban cargadas de una despreocupación sorprendente, un poco cautelosas quizá, pero a su vez firmes y fluidas, de nuevo algo peculiar casi nadie juntaba tales cualidades en su voz a menos que se fuera una persona adulta con mucha madurez y experiencia de vida o que se este acostumbrado a tratar con muchas personas. Bebí un poco de la infusión color rojo que se encontraba frente a mí humeando suavemente en una delicada y bellísima taza de vidrio transparente, disfruté del sabor no muy dulce e intenso de la frambuesa y me dispuse a responder la pregunta que se me había hecho.

-Pues…puede sonar extraño pero he observado a muchas personas, me gusta hacerlo, es maravilloso notar cuan semejantes pueden llegar a ser, todas unidas sin notarlo pero al mismo tiempo completamente diferentes- hice una pequeña pausa, le estaba contando cosas que quizá podían resultar poco importantes –Me resultaste peculiar porque hoy en día nadie o casi nadie se toma el tiempo de hacer una pausa, de pensar en algo más que en sus prisas y por si fuera poco no solo caminabas con calma si no que ibas cantando en silencio pero con un sentimiento que me sorprendió- expliqué.

–Simplemente eres más diferente que todos los demás eres… eres especial- dije casi en un murmullo y tras un poco de silencio un muy, muy ligero sonrojo cubrió mi mejillas –Lo siento debo estar aburriéndote o quizá pienses que estoy loco- dije.

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