Miró hacia todos los lados a su alrededor con un montón de cuadernos y libros entre sus brazos dejando entrever folios casi colgando a punto de caerse pero firmemente agarrados, suspiró abatidos, el primer día como docente en aquel lugar y ya se había perdido, su pelo estaba ligeramente revuelto y su camisa mal abrochada, rió amenamente de forma nerviosa mientras esperaba que un milagro apareciera para guiarle por aquel laberinto repleto de puertas, ya que todos los pasillos le parecían iguales.
-¿Por qué siempre me pasa esto a mi?- lloriqueó en voz alta, era un profesor, alguien mayor y maduro y se perdía en su propia escuela el primer día y no hacía mas que lloriquear en busca de algún profesor o alumno que le ayudase, caminó hacia delante, perdido totalmente miró hacia atrás por si acaso veía a alguien, se giró y su cara llego a darse contra la puerta, lloriqueó lazando una mano para llevarsela a la zona herida, abrió la primera puerta que encontró, era pronto, muy pronto por tanto el aula estaba vacía y algo que agradeció, dejó la puerta entreabierta caminando hacia su mesa cuando…
Con tan mala suerte ese gesto que debido a su habitual torpeza, al dar un paso hacia delante tropezó con sus desabrochados cordones, cayendo al suelo en plena clase, los cuadernos y papeles que traía en las manos terminaron esparcidos por el suelo, y él de rodillas en este, gruñó, totalmente rojo por su estúpida caída, aunque ya estaba acostumbrado a estas, rápido intentó recoger lo esparcido por el suelo antes de que llegara ningún alumno y pudiera verle así o sin duda se ganaría burlas por parte de estos durante todo el curso.